Las relaciones de pareja no siempre son miel sobre hojuelas y seguramente en medio de alguna crisis has llegado a preguntarte si es mejor terminar o si vale la pena, –o mejor dicho, el esfuerzo- seguir intentándolo.
Por todos lados vemos parejas felices -en películas, anuncios publicitarios, redes sociales-, pero pocas veces se muestran sus dificultades. Porque sí, siempre las hay como en cualquier relación humana, solo que a nadie le gusta hablar de ello y mucho menos mostrarlo ya que se vive como si fuera un fracaso del amor.
Ante esta imagen de perfección, quizá has llegado a dudar si las discusiones y la sensación de incomodidad son parte del proceso de crecimiento de pareja o si ya es algo “enfermo”. No eres la única persona que se encuentra frente a este dilema, en Amarse Bien lo escuchamos cada vez con más frecuencia en nuestros acompañamientos psicológicos, por lo que decidimos escribir una pequeña guía que te ayude a responder la pregunta: ¿cómo sé si mi relación es “sana”?
8 características de una relación sana
Es un espacio seguro
Para que haya buena comunicación es requisito fundamental que la relación se sienta como un lugar donde puedo expresar lo que pienso, lo que siento, lo que necesito y lo que deseo sin miedo a mostrar vulnerabilidad y sin miedo a consecuencias negativas.
Individualidad
La pareja está conformada por 2 personas que tienen derecho a su propio espacio, a su privacidad, a cultivar sus propios gustos, intereses y vínculos afectivos más allá de la pareja (trabajo, familia, amistades).
Respeto a las diferencias
Cada persona en la pareja tiene su propio punto de vista así que es probable que en numerosas situaciones no coincidan y está bien. Dicha diferencia no genera sentimientos de devaluación ni de descalificación.
Construcción de acuerdos
Ninguno de los puntos de vista es mejor que otro y cuando no pueden coexistir, por ejemplo cuando hay que tomar una decisión que impacta a la pareja, ambos componentes de la pareja están dispuestos a escuchar con empatía para comprender a la otra persona y a negociar para llegar a acuerdos.
Cuidado
Implica atender las necesidades, cultivar bienestar así como evitar aquello que le daña. Esto se da a nivel individual, es decir el autocuidado –ej. establecer límites – y el cuidado de la otra persona –ej. apoyarla en sus proyectos personales-, así como el cuidado que ambas personas le procuran a la relación en sí –ej. actividades para fortalecer el vínculo-.
Confianza
Sientes que sabes qué esperar de la otra persona, que hay un empeño en cumplir con los acuerdos a los que llegan, que a pesar de las dificultades existe el compromiso en evitar dañarse y eso implica la honestidad.
Expectativas claras y en la misma dirección
Ambas personas esperan lo mismo de la relación, esto puede ir desde una relaciones no convencionales (ej. relaciones a distancia, noviazgos de fin de semana, “es complicado”) hasta relaciones formales.
Bienestar y disfrute
La sexualidad es consensuada y placentera para ambas personas. Las emociones predominantes son diversión, alegría, felicidad y tranquilidad, aunque cada tanto se presenten emociones negativas. Te sientes bien contigo, sientes que la relación contribuye a mejorar el concepto que tienes de ti y a aumentar el amor propio.
Recuerda que hablar de relaciones sanas no significa hablar de relaciones perfectas, es decir sin conflictos, felices y sonrientes todo el tiempo. En cambio, una relación sana es aquella que actúa como terreno fértil para el bienestar físico, mental y emocional de ambas personas, aún con las dificultades propias de la relación y de la vida en general. Si consideras que tu relación no te proporciona ese bienestar, sin importar el tipo de relación – formal o no convencional, recién iniciada o que lleva muchos años-, contáctanos para atención individualizada que te ayudará a dar los pasos para construir el tipo de relación que deseas.
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Yineguela Jiménez
Psicóloga y terapeuta familiar con 10 años de experiencia profesional. Trabajo con parejas, familias, así como en formato individual con adolescentes y adultos. Estudié licenciatura y maestría en la Universidad Nacional Autónoma de México, con formación complementaria en centros académicos en México, España e Italia. Algunas de las temáticas en las que me especializo son: pareja, gestión familiar, psicología positiva, violencia de género, psicoterapia a distancia, migración y transculturalidad.